La maternidad parte de una relación con alguien más: Tus hijos. Es el rol que desempeñas con ellos, para ellos, es quien eres después de que ellos existen. Y esto de las relaciones es algo complejo, aunque somos seres sociales, las relaciones tienen etapas. Por eso quiero contarles según mi experiencia y mi parecer, cuales son las etapas de la maternidad.
Un comienzo romántico
A quien no le pasa esto en la mayoría de relaciones: al principio está requete feliz, requete enamorado o entusiasmado, todo es perfecto, luego le empieza a ver los defectos al tema, tiene momentos de: «uy en que me metí» o «con quien me metí» y otros en los que sientes que estás en lo que es.
Hay momentos críticos en los que uno quiere tirarlo todo y dejar eso, para finalmente aceptarlo, adaptarse y vivir feliz. Esto pasa con muchos tipos de relaciones, novios, esposos, trabajos.
Yo he sido mamá 11 años sin descanso (no existe el descanso en esta relación), pues desde que supe que Emilio me siento mamá. Y así como los trabajos, las relaciones, y todas las etapas de la vida, tienen ciclos.
Con la maternidad es un poco distinto porque las etapas se revuelven. Por ejemplo al principio estás requete enamorado pero no es lo máximo y piensas: m*$%^& en que me metí. Luego aceptas que no hay de otra y sigues requete enamorado y te adaptas a esa vida. Mejor dicho, no sabes si es lo máximo o no, pero igual ya estas ahí metido hasta el cuello, te dejas llevar y lo disfrutas bastante. Eso sí, casi todo el tiempo feliz con el hecho de ser mamá y de ser la mamá de ellos.
Pero durante los años de la maternidad atraviesas también otros momentos. Los primeros años estas embelesado con todo lo maternal, o sea, quisieras tener tu casa como un parque de Disney (yo quité los muebles de la sala y puse una piscina de pelotas, no estoy exagerando), hablar como Barney, cantar todo el tiempo como Blancanieves (así como cuando le canta a los pajaritos), y te metes en ese mundo infantil maravilloso, no dices palabrotas (yo decía Santa Pacha en vez de HP…). Todo es cute, es lindo, es hermoso, es romántico. Pareces en las drogas pero es bonito. Jajaja.
Llega la edad escolar
Luego empieza a pasar un poco la magia del bebé y la maternidad, los hijos empiezan la edad escolar, te das cuenta que no es solo cantar, porque resulta que tienes que educarlos. WHAT!! A mi nadie me enseñó eso!!, yo vine fue a cantar y a hacer galletas!!
Y resulta que sí, que son una manada de mal-criados a no ser que tu los bien-críes. Eso de educar no es que sea lo más chévere porque te toca ser firme (es demasiado difícil), hay que instruirse y aprender (escoger entre miles de teorías y corrientes) y tener mucha claridad y paciencia.
Igual tus niños son una ternura, hacen preguntas divinas, y te mueres de amor. Verlos crecer es hermoso y es super gratificante estar con ellos. Ya te acostumbraste a que el tiempo no te alcanza, a que vives cansada y eso no importa, empiezas a priorizar un poco. Digamos que la maternidad se vuelve un poco más divertida pero también retadora. A medida que los hijos crecen empiezas a soltar un poco de cargas y es un poco más fácil.
Vuelves tú a aparecer
En algún momento de este camino empieza a llamar la TU que está en tu interior y te empieza a sacar tarjeta amarilla o roja y a decir: ya tienes un poco más de tiempo, donde quedo yo! y es el momento en que vuelves a darte cuenta que existes y que eres una persona que también tienes que cuidar. Tienes que ponerte más cuidado y sacarte tiempo necesariamente.
Ya tienes niños grandes
Seguimos en este camino de las etapas de la maternidad, los hijos siguen creciendo y ya se acercan a los 7, 8, 9 años. Empieza el segundo septenio de la vida, ellos ya no te quieren cerca, quieren y necesitan independencia. En esta etapa ya se fue casi del todo el romanticismo de la maternidad, ya estás viendo como tus hijos se enfrentan al mundo y se relacionan con el entorno. Son unos preadolescentes y te toca aprender a manejarlo.
Hay muchos retos, pues el mundo y el entorno traen muchas cosas difícil de manejar. Ahí pasa algo más y es que descubres, que así como no eres «la novedad» en sus vidas. Al descubrir lo social, sus amigos ahora son su principal interés y tienes que lograr (por las buenas o por las malas) que ellos tampoco sean el centro de tu vida.
Esa TU que te había empezado a llamar, ahora tiene más voz y más voto y empiezas a retomar espacios y momentos individuales cada vez con más fuerza y felicidad ( y realmente los disfrutas)
Ahora la maternidad no es el centro de tu vida, ahora vuelves a reajustarlo todo a tus proyectos, tus relaciones, tus intereses. Obviamente, los hijos siempre serán el proyecto de vida más importante y retador, pero ahora lo asumes de manera diferente. Se va acabando el romanticismo de la maternidad y se reduce a pequeños espacios y momentos felices compartidos, que te llenan al alma pero no la agenda.
Cuando pasa lo romántico
Ya cuando hemos dejado casi del todo la ternura y el romance de la maternidad, vemos mamás comenzando a vivir sus etapas de la maternidad. Las vemos en esa etapa hermosa y romántica, como de ensueño y nos damos cuenta que es un momento hermoso y que posiblemente pasará (y que a mi se me está pasando).
Cuando cargo un bebé recién nacido, mi esposo dice que me antojo pero más que eso, me conecto con ese momento tan delicioso de mi vida, ese momento que ahora no estoy viviendo y que no me hace falta (porque lo viví y lo disfruté al máximo).
La ventaja de vivir diferentes etapas es que duran lo suficiente para que las disfrutes y lo justo para que ya llegues a la siguiente dispuesto a vivirla con lo que trae. Estoy a puertas de la adolescencia de mis hijos y ahora me preparo para ver cómo vamos a vivir, sin prevenciones y esperando que sea lo mejor posible.
Y seguro seguiré sumando etapas y emociones a este recorrido.
Todas estas experiencias y etapas de la maternidad te enriquecen, te enseñan y te dejan muchos recuerdos maravillosos en tu mente y en tu corazón. Es muy rico vivirlas y también es muy rico pasarlas, sacar lo mejor de cada una y seguir. Esto es un cuento largo y vamos apenas comenzando.
Ser mamá te hace ser mejor persona y al final de todo el camino descubres que todo lo que hiciste por ellos realmente fue un regalo para ti. Después de cada etapa que pasas eres otra. Más cansada si, pero también eres un mejor ser humano, con más paciencia (aunque creamos que se gastó), con más aprendizajes y con un amor que crece y no deja de crecer. No queda de otra que disfrutar cada una y exprimirla para llenarnos de recuerdos bonitos en el alma y el corazón.
[…] de abandonarme por los hijos y por el hogar, volví a conectarme conmigo, ahora con más fuerza, descubriendo lo que soy y enamorándome de mi. Entendiendo que lo primero soy […]