Yo nunca había ido a un velorio. Mi mamá nunca nos llevó. Me acuerdo muy poco cuando se murió mi abuelo Antonio. Yo tenía 7 años, creo recordar que la gente estaba triste pero no recuerdo ni siquiera ver llorar a alguien, no fui a nada, si mucho a una misa pero ni me acuerdo.
También recuerdo cuando se murió mi tío Diego. Yo tenía como 5 años. No me acuerdo de casi nada, ni siquiera de él. La única imagen que tengo es un día que entré al cuarto de mi abuela y ella estaba llorando sentada sobre la cama. Creo que me vió y se limpió las lágrimas. Creo que ya había pasado un tiempo después de su muerte porque ellos se pasaron de casa y mi recuerdo fue en la nueva.
No tengo ningún trauma relacionado con la muerte en mi infancia. Hasta que se murió esa monja. Yo creo que se llamaba Margarita. Y creo que teníamos un poco más de 10 años, 11, 12, no sé. Lo único que sé es que nos llevaron al velorio.
Mi primer velorio y de una monja.
No faltó sino que fuera de noche para película de terror. En el velorio de la monja hicimos una fila para ver a la muerta en el ataúd. Yo no sabía si verla o no. Esa delgada línea de la decisión que cambiará tu vida para siempre.
Bueno, al fin si la ví. Era toda blanca y como hinchada y con los ojos cerrados y la boca como pegada con pegastick. Me pareció muy miedosa, la imagen quedó grabada en mi mente.
Nunca volví a ver un muerto en un velorio. Ni siquiera a mi abuela que se murió cuando ya era grande. La vi recién muerta porque yo estaba ahí cuando pasó. Pero luego no. La monja. Mi primer y último muerto en ataúd. Cuando me muera mejor que me vuelvan cenizas. No quiero correr el riesgo que alguien me vea y se traumatice.
Si quieres leer más historias de las monjas de mi colegio lee aquí
JUAN GABRIEL ANGEL says
Me encanta cuándo escribes, sé lo importante que es para tí
Natalia Mesa says
Gracias Lindo por leerme, esto me hace muy feliz.