Me acabo de leer un libro hermoso, «El libro de la alegría». Un libro que cuenta la reunión de El Dalai Lama y el arzobispo Desmond Tutu, en un encuentro de 4 días que fue narrado por Douglas Abrams. El libro muestra una serie de diálogos a cerca de la alegría y como lograrla, teniendo en cuenta las perspectivas de las religiones de ambos (budismo y catolicismo) pero moviéndoselo a un terreno más desde la humanidad y desde la espiritualidad de cada ser. Hoy quiero compartirles los 8 pilares de la alegría, un aprendizaje valioso de este hermoso libro.
Me pareció muy bonito la manera cómo resaltan la importancia de la alegría a pesar de las circunstancias de la vida de cada persona, y que esta puede lograrse si se tienen en cuenta los pilares que ellos mencionan.
De este libro, quiero resaltar los 8 pilares de la alegría, que si los practicamos hará que esta llegue a nuestra vida y se quede. Lo que van a encontrar son apartes del libro que definen muy bien cada uno de ellos.
Los 8 pilares de la alegría están compuestos por 4 cualidades de la mente: Perspectiva, humildad, humor y aceptación y 4 cualidades del corazón: Perdón, gratitud, compasión y generosidad
Primer Pilar: Perspectiva
Se refiere a nuestra perspectiva hacia la vida, a nuestra manera de observar y replantear nuestras situaciones de manera positiva. Una perspectiva saludable constituye la base de la alegría y la felicidad porque como vemos el mundo, así lo experimentamos. Cambiar la forma cómo vemos el mundo transforma a su vez la manera en que sentimos y actuamos.
«Con nuestros pensamientos creamos el mundo.»
Buda
Cuando consideras el mismo evento desde un punto de vista más amplio, se reduce la sensación de preocupación y ansiedad y disfrutas de una mayor alegría. Es dar un paso atrás, ir más allá de nuestra limitada conciencia e interés propio.
Por defecto nuestro ego es el que marca nuestro punto de vista. Pero también podemos asumir la perspectiva de los demás.
Segundo pilar: Humildad
Es una virtud imprescindible para disfrutar una vida de plena alegría. Nunca sentirse superior a nadie. Ninguno de nosotros es inmune a los excesos, tan humanos, del orgullo y del ego. Sin embargo, la verdadera arrogancia proviene en realidad de la inseguridad. La necesidad de sentir que somos más grandes que los otros procede del persistente temor de que somos más pequeños. Cuando somos humildes podemos reírnos de nosotros mismos.
Tercer pilar: Humor
La risa nos permite relajarnos por completo. Es muy buena para el corazón y para la salud en general. Ser conscientes de nuestra propia ridiculez nos permite apreciar la condición humana, común a todos, que nos hermana.
El humor consiste en ser capaz de reírse de uno mismo y de no tomarse demasiado en serio. No tienen que ver con el humor que ridiculiza a otros, se trata de llevar a la gente a un terreno común. Para ello debes bajarte de tu pedestal, ser capaz de reírte de ti mismo, y hacer que los demás se rían de ti sin sentirte ofendido por ello. Esto es una habilidad que puede cultivarse, como cualquier otra.
Cuarto pilar: Aceptación
Es la habilidad de aceptar nuestra existencia en toda su dureza, imperfección y belleza. La aceptación es lo opuesto a la resignación y a la derrota.
“Estamos destinados a vivir en alegría, esto no quiere decir que la vida sea fácil e indolora. Significa que debemos volver nuestras caras al viento y aceptar que esta es una tormenta que tenemos que atravesar. La aceptación de la realidad es el único lugar desde el que puede iniciarse el cambio”
Desmond Tutu
La aceptación nos permite alcanzar la plenitud de la alegría, nos permite comprometernos con la vida en sus propios términos, en vez de lamentarnos por el hecho de que no es como nosotros quisiéramos que fuese.
Cuando somos capaces de aceptar la vida como es, no como creemos que deba ser, el camino será mas fácil y cómodo. La aceptación nos conduce al primer pilar del corazón: El perdón. Cuando aceptamos el presente estamos en disposición de perdonar y liberar el deseo de un pasado diferente.
Quinto pilar: El Perdón (liberarse del pasado)
Perdonar no significa olvidar. No hay que olvidar lo negativo. Dado que existe la posibilidad de cosechar odio, no debemos ser arrastrados en esa dirección. De ahí que elijamos el perdón.
El perdón es el único modo que tenemos de curarnos y liberarnos del pasado. Sin perdón, permanecemos atados a la persona que nos ha hecho daño. Estamos atados a las cadenas del rencor, atados juntos, atrapados. Hasta que podamos perdonar a la persona que nos ha herido, esa persona tendrá la llave de nuestra felicidad, será nuestro carcelero.
Al perdonar recuperamos el control sobre nuestro destino y nuestros sentimientos. Pasamos a ser nuestro propio liberador.
Es un completo error afirmar que la práctica de la tolerancia y del perdón son signos de debilidad. Un gran error… Perdonar es una señal de fortaleza.
Cuando se nos hiere o daña, podemos escoger entre devolver el dolor que nos han infringido, o sanar. Si elegimos tomar represalias o pagar de vuelta, el ciclo de venganza y daños, continuará sin fin, pero si elegimos perdonar, rompemos ciclo podemos sanar. No perdonar puede hasta afectar el sistema inmune de varias maneras.
Sexto pilar: Agradecimiento
La habilidad para asombrarse, sorprenderse, ver una posibilidad en cada experiencia y encuentro es un aspecto fundamental de la alegría. El agradecimiento es la elevación del disfrute, la sublimación del goce. El agradecimiento es el reconocimiento de todo lo que nos sustenta en la red de la vida y de todo aquello que ha hecho posible que disfrutemos de la existencia en el momento presente.
Dar las gracias es una respuesta natural a la vida y puede que el único modo de saborearla. El agradecimiento nos da la oportunidad de cambiar nuestra perspectiva, con respecto a todo lo que nos has sido dado y a todo cuanto tenemos.
Nos aleja de la tendencia de centrarnos en los defectos y carencias. La gratitud nos une a todos. La gratitud nos permite lo que es bueno y acertado y no solo lo dañino e incorrecto.
El agradecimiento estimula el hipotálamo, que participa en la regulación del estrés en el cerebro, así como el área tegmental central que representa una parte de los circuitos de la recompensa que producen placer en el cerebro.
La gratitud es el factor que parece tener mayor influencia sobre la felicidad, junto con la posibilidad de reconvertir los sucesos negativos en positivos.
Séptimo pilar: Compasión
La compasión y el interés por el bienestar de los demás es una fuente de felicidad.
«Qué es aquello que, cuando lo posees tienes todas las demás virtudes? Es la compasión»
Buda
La compasión es un sentimiento de preocupación que surge cuando nos enfrentamos con el sufrimiento de otros persona y nos sentimos motivados para aliviar ese sufrimiento. La compasión conecta el sentimiento de empatía con actos de bondad, generosidad y otras expresiones altruistas.
Aprendemos la compasión gracias a los cuidados de nuestras madres. La madre es la primera maestra de compasión. La compasión significa en muchos sentidos, expandir ese instinto maternal que fue tan fundamental para la supervivencia de nuestra especie.
Al parecer también la compasión es contagiosa. Cuando alguien se comporta de manera compasiva, es mas probable que nosotros obremos así. Esto da lugar a una sensación llamada “elevación moral”.
Octavo Pilar: Generosidad
Nos sentimos más alegres cuando hacemos feliz a alguien. A menudo la generosidad es una consecuencia natural de la compasión. Richard Davidson (Doctor en Neuropsicología e investigador en neurociencia afectiva) y su equipo, identificaron que la generosidad es uno de los 4 circuitos cerebrales fundamentales que se asocian con el bienestar a largo plazo. La generosidad se asocia con una mejor salud y una mayor esperanza de vida. La compasión y la generosidad contribuyen a que nuestra vida sea alegre y tenga sentido.
La generosidad puede darse en varios aspectos: Dinero, tiempo, conocimiento, sabiduría. La generosidad de espíritu es la expresión más auténtica de desarrollo espiritual, esta requiere tiempo para desarrollarse
Todo en uno
En la generosidad, hay una perspectiva más amplia desde la que vemos nuestra conexión con todos los demás. También una humildad que reconoce nuestro lugar en el mundo y el hecho de que en algún momento podríamos ser nosotros los que necesitemos ayuda. De igual manera sentido del humor y cierta habilidad para reírnos de nosotros mismos, de modo que no nos tomemos demasiado en serio. Hay una aceptación de la vida, a la que no forzamos a ser más de lo que es. También perdón de otros y un desprenderse de lo que podría haber sido. Y por último gratitud por todo lo que nos ha sido dado y por ultimo vemos a quienes lo necesitan con profunda compasión y con deseo de ayudar.
Este libro me dejó grandes enseñanzas, pues llevar una vida en alegría puede lograrse, a pesar de las diferentes circunstancias que vivimos. Todos queremos y buscamos la felicidad, y esta podemos encontrarla de muchas maneras, sobre todo teniendo en cuenta los 8 pilares de la alegría que nos comparten el Dalai Lama y Desmond Tutú en su libro.
Por esto, aprendamos a mirar la vida con consciencia, a tener una perspectiva más amplia de lo que vivimos, a aceptar y agradecer cada cosa que tenemos, a reírnos de nosotros mismos, a ser humildes, compasivos, generosos y así lograremos la alegría en cada uno de nuestros días.
Si por casualidad quieres leerte este libro, yo lo encontré en esta librería.