Los miedos son una cosa seria. Todos los tenemos, pues hacen parte de la condición humana y de una u otra manera nos llegan en diferentes momentos y pueden hacernos la vida muy infeliz. Los miedos nos impiden disfrutar y vivir con intensidad, saborear muchas cosas en la vida. Pero también son importantes porque nos retan, nos ayudan a protegernos, nos hacen enfrentarlos, y luego la satisfacción es inmensa.
Estuve en una conferencia dictada por Roberto Pérez a cerca de los miedos que existen en las diferentes etapas de la vida. Porque resulta que, según la edad que tengamos, nos aparecen diferentes tipos de miedos. El reto es, tanto como padres y como adultos responsables de nosotros mismos, ayudarle a los hijos a enfrentar esos miedos, saber acompañarlos como es necesario y también vivir los nuestros de manera adecuada para poder superarlos y crecer en la vida, crecer en el interior de cada uno.
Roberto Pérez decía que podemos llegar a la vejez de dos maneras: siendo una persona sabia, un faro para la vida de otros, o siendo una persona vieja, un estorbo. Que lleguemos de una manera u otra depende de nuestro crecimiento interior y de cómo trabajemos estos miedos en la vida.
Dentro de esta teoría de los miedos, se definen 5 principales y estos se distribuyen a lo largo de la vida, repartidos en segmentos de a 7 años. Para cada septenio (esos periodos de 7 años) hay un miedo definido y una manera de abordarlo. Está en nuestra labor como padres acompañar a los hijos en el manejo de sus miedos y también trabajar en los nuestros para poder crecer interiormente y ser mejores personas.
Estos 5 miedos se reparten en los 6 primeros septenios, que corresponde a etapa de afirmación (primera mitad de la vida) y luego se repiten en los últimos 6 septenios, la etapa de transformación. Les voy a contar sobre los miedos de las primeras etapas de la vida y como podemos acompañar a los hijos o a nosotros mismos a enfrentarlos.
De los 0 a los 7 años: Miedo a la distancia.
Este se entiende como miedo a que la mamá o el papá se alejen y los niños sienten abandono. Para los chiquitos es difícil entender que los papás se fueron pero volverán y sienten que los abandonaron. Para ayudarlos a superar este miedo los padres deben:
– Estar presentes. Cuando un niño tiene la presencia adecuada, crece más seguro. Necesita la figura materna y paterna.
– Limites sin explicaciones. Eso les ayuda a sentirse seguros y a entender el concepto del yo.
El elemento de esta época es el agua, se debe buscar espacios con agua para compartir con los hijos, por ejemplo ir juntos a la piscina. El sentido de esta etapa es el gusto, debemos conquistar el paladar de los hijos, darles a probar de todo.
«La firmeza es el nombre que toma el amor para ayudar al crecimiento»
Roberto Pérez
De los 7 a los 14 años: Miedo a la cercanía.
Este se entiende como el miedo a que algo o alguien me haga mal. Como mis hijos están en esta edad, es en el que más cuidado puse. En esta etapa hay algo muy importante y es que adquieren la consciencia social. Por eso es muy importante ayudarles a valorar la dignidad propia y la de los otros.
En esta etapa son muy susceptibles a la burla, que es una agresión a la dignidad y para ellos es una manera de dañar al otro. Debemos cultivar mucho la autonomía en ellos. Esto quiere decir, que puedan hacer cosas solos pero bajo nuestra supervisión. «Yo te observo y te miro». En esta etapa si debemos darles explicaciones pues la norma se apoya en un valor, ellos deben entender el porqué de las decisiones.
Como parte del proceso de consciencia social es importante que los niños sepan que es importante siempre saludar y agradecer, pues esto reconoce la dignidad de los demás.
El elemento de esta etapa es el fuego, este les da fortaleza interna (hacer fogatas por ejemplo, es bueno para ellos) y el sentido es la vista.
Para ayudar a los niños de esta etapa podemos:
– Ver películas juntos y reflexionar con ellos a partir de lo que vemos.
– Reforzar la parte espiritual y los valores.
– Ser un ejemplo para ellos.
– Buscar que siempre saluden y agradezcan, enseñales el valor del otro.
«Enseñamos lo que sabemos pero contagiamos lo que vivimos.»
Roberto Pérez
De los 14 a los 21: Miedo al cambio.
Esta es la época de la adolescencia. Ahora ellos dejan de admirarnos y se dan cuenta que somos feos, viejos y no-tan-chéveres. En esta época cambia el vínculo con los padres. Ellos necesitan tomar distancia y empezar a definirse como individuos. Lo que más necesitan en esta etapa es seguridad. El adolescente necesita nuestra firmeza para entender el valor que hay detrás de cada decisión. El elemento en esta etapa es el aire. Necesitan hacer actividades al aire libre, trabajar en la respiración, irse de campamento, correr, andar en bicicleta. Hay un nivel de consciencia existencial, se preguntan sobre la vida, la muerte, aprenden a desarrollar un criterio sobre lo que ven o sucede. El sentido de esta etapa es el tacto, por eso es muy importante la música y el arte en esta época, hacer cosas manuales, creativas, tocar un instrumento. Los papás en esta época deben:
– Flexibilizar las normas pero mantenerse firmes en los valores.
– Dejarlos saber que pueden contar contigo.
– Nunca hablar mal de ustedes mismos o de la pareja.
– Ser un buen ejemplo para ellos.
Hasta aquí nuestros hijos están a cargo nuestro, somos el ejemplo, somos la guía. Les cuento un poco más de las siguientes etapas:
De los 21 a los 28 años: Miedo a la continuidad.
En esta época el miedo tiene que ver con la rutina, a perder la libertad. Por eso les cuesta asumir compromisos. En esta etapa se debe recurrir a la creatividad, lograr una actitud distinta hacia lo cotidiano, que sea placentero, hacer extraordinario lo ordinario de cada día. El elemento es la tierra, por eso les favorece estar en contacto con la naturaleza. El nivel de consciencia es transpersonal, buscan el sentido y la misión de su vida. El sentido es el olfato, tiene que ver con el sentido común, la intuición.
De los 28 a los 42: Miedo a perder.
Aquí se juntan dos septenios, son 14 años pues el reto de enfrentar este miedo es grande. Dentro del miedo a perder está todo: La figura, la pareja, la juventud, el trabajo, la vida, el dinero, lo que me gusta hacer. A perder el tiempo (este me domina). En esta etapa se busca trabajar en el ser, el miedo a perder se pensaría que se compensa con «tener» pero en realidad es el tiempo de SER. Es un momento de mucho trabajo interior, de conectarnos con nosotros mismos. El elemento es precisamente La Luz, se necesita mucho contacto con el sol. Se sugiere tener espacios de soledad, ojalá al menos un tiempo de 4 o 5 días en soledad en este período. En esta época se empieza a pensar en plural, en concebirnos como unidad, en una consciencia colectiva. «Todos somos uno». El sentido de esta etapa es el oido, hay que escuchar y escucharnos.
A partir de aquí vuelven a repetirse los miedos ahora en una etapa de transformación.
De los 42 a los 49: Miedo a la continuidad. A la rutina. Se debe trabajar en el SER. Es la etapa más creativa de la condición humana. El elemento es la tierra (caminar en el campo, atender el jardín), la consciencia es transpersonal (vocalizarse en el ideal de vida) y el sentido es el olfato (actuar con sentido común, desarrollar el hemisferio derecho, disfrutar la sabiduría oculta de los aromas)
De los 49 a los 56: Miedo al cambio, temor a los cambios físicos que comienzan. El nido vacío lleva al reencuentro de la pareja. Se debe trabajar en el SER. . Buscar la seguridad en la plenitud personal. Un momento importante para la amistad. El elemento es el aire, se debe buscar la vida al aire libre, vivir sin fronteras, liberarse de las emociones. El nivel de consciencia es existencial, se debe buscar ser una persona positiva que colabora y participa por el bien. El sentido es el tacto, es el momento de los hobbies, masajes, abrazos.
De los 56 a los 63: Miedo a la cercanía a los otros. Miedo a robos, a sufrir violencia. Esto hace que la persona se encierre, no quiera salir. Miedo a lo que pueda pasarle a los hijos y nietos. La actitud es autonomía, su elemento el fuego (cocinar para los demás con amor). El nivel de consciencia es social, buscando el servicio, la solidaridad y participación. No dejarse caer en la amargura. El sentido es la vista, hay que ejercitar la capacidad de asombro.
De los 63 a los 70: Miedo a la distancia. Miedo a sentirse inútil, sensación de abandono. Reclama presencia. Por eso, la actitud en esta etapa debe ser la presencia y el acompañamiento. El elemento primordial es el agua, disuelve el miedo, sana. El nivel de consciencia es el yo, se afirma el ego (tóxico) o la consciencia (sabiduría). El sentido es el gusto, se debe cuidarse y comer bien.
De los 70 a los 84: Miedo a perder. Miedo a la muerte. La actitud es SER, es el momento de confirmar las decisiones fundamentales de la vida. El elemento es La Luz, se debe tener mucho contacto con el sol. La consciencia de unidad, la casa de los abuelos es el corazón de la familia. Su sentido es el oído, ser expertos en el arte de escuchar muestra la sabiduría que se alcanzó en esta etapa. En sombra hablan de si mismos, critican y dan consejos que no les piden.
Es un largo camino y en cada etapa encontramos nuevos retos. Ser consciente de estos y saber cómo ayudamos a enfrentarlos nos hará crecer con felicidad y alcanzar la sabiduría. Cada uno lleva su proceso y sabrá como hacerlo de la mejor manera (no hay una única receta), y como padres debemos acompañar a los hijos adecuadamente para que puedan pasar cada etapa siendo mejores seres humanos, seguros y felices para que también puedan hacerse cargo de su propio camino.
Si quieres más información de este tema busca la conferencia de Roberto Pérez en Youtube.