Seis meses sin escribir en el blog. Seis meses postergando pasar por aquí, seis meses con este pendiente en la lista, seis meses con el blog abandonado. Pero uno también se abandona a uno mismo…
Hace casi un año empezó una pandemia en nuestro lado del continente. Yo estaba en España, un viaje soñado con mi esposo. En mitad del paseo empezamos a ver algunos casos en ciertas ciudades de España. Pero todos pensábamos que los medios exageraban, que estaban sobre reaccionando. El día que regresé de España había 120 casos en todo el pais. Lo recuerdo claramente pues lo pusieron en la TV mientras desayunábamos cerca al aeropuerto.
La pandemia llegó a Colombia a la par con nosotros (no fuimos quienes la trajeron pero por un momento hasta lo alcanzamos a pensar). Cuando llegué a Colombia del viaje fue muy duro. Llegué con mucha ansiedad de ver a mis niños, el avión nos dejó en una ciudad haciendo escala, lloré como loca y me recibieron noticias tristes. A los 5 días tuvimos que encerrarnos en cuarentena por muchos meses.
La pandemia llegó a este lado del mundo y nos cambió la vida. A toda la humanidad.
Han sido meses absolutamente locos. Como de película. Hace 6 meses publiqué el último post en mi blog. Y no me gusta esperar tanto para volver a escribir. He pensado cuál será el mejor tema para regresar, muchas cosas han pasado sobre todo en mi cabeza, pero no me atrevo. Tengo muchas listas con cosas que quiero hacer, que debo hacer. Y creo que me sobre dimensiono, porque finalmente no termino haciéndolo todo.
Así pasa con este blog. Y lo que veo es que así como en este caso, que abandoné el blog por 6 meses, uno también se abandona a uno mismo. No se si la palabra sea abandono porque me parece muy fuerte, o tal vez sea mejor decir aplazar. Porque no es dejarse del todo, sino dejarse para después. Aunque aplazarse también es abandonarse un poco.
No te dejes para después
Una de las cosas que he pensado en estos días, que tienen que ver con los aprendizajes de la pandemia, es que la vida es ahora, que MI VIDA es en este momento. La vida sucede todos los días. Y la mía, y la tuya está pasando así como el paisaje que ves por la ventaba. Por eso, aplazarse no es una buena idea. Aplazarse es dejar de vivir.
¿Por qué nos aplazamos?
No se porqué motivos llegamos a pensar que hay algo más importante que nosotros. Tal vez porque pensamos que “hay que quedar bien”, porque no tenemos tanto amor propio como deberíamos, o porque nos sentimos “responsables” de algo más y tenemos que responder a eso.
Pero es muy lógico, si lo vemos en perspectiva. Para que un carro funcione bien tiene que estar bien adentro, para que una computadora funcione bien igual. No te montarías a un avión que “se ve muy bien” pero que algo le falla.
Así sucede con nosotros. Nuestra principal responsabilidad es con nosotros mismos, más que con nada o que con nadie. Y para poder responder bien a lo de afuera hay que tener como prioridad que lo de adentro esté bien.
Lo perfecto es enemigo de lo bueno
No se puede esperar a que algo salga perfecto para hacerlo. Llevo muchos días queriendo escribir un post en el blog, activarlo, pero la perfección que me domina me lo impide. Si no llego a tener el texto perfecto no lo voy a hacer. Pues nos hay perfección. Es un llamado a la acción.
El balance
No hablo de tener que dejarlo todo para dedicarse a uno. La vida sigue y todos tenemos cosas importantes por hacer. Sí hay compromisos, sí hay responsabilidades (qué tal los hijos!) pero dentro de esa lista de prioridades debería estar uno dentro de los primeros puestos. Hay que tener un balance, un balance sano.
Mis sueños
Para cuando vas a dejar tus sueños? Yo tengo una lista enorme de cosas que quiero hacer. Creo que no me alcanzará una vida para hacerlos. Libros para leer, cursos para hacer, lugares para visitar. Si estamos llenos de sueños, para cuándo son? Tienen que ser para ya. La vida es ahora. Por eso digo, uno viviendo para otros (para los hijos para los papás, para la empresa), también se abandona a uno mismo. Y no, eso tiene que cambiar.
Por eso, en este post imperfecto quiero declarar que no quiero abandonarme a mí, no quiero abandonar mis sueños, las cosas que me prometo a mí misma, las cosas que me hacen feliz. Quiero que siempre dejemos un pedacito de la vida para nosotros, para que nos quede claro que somos prioridad, que nuestra vida es para vivirla en lo que nos hace feliz. Para darse a otros primero hay que darse a uno mismo, nadie da lo que no tiene.
Algunas cositas para no olvidar aquí